7 de agosto de 2015

Rechazo.

A los doce años hablaba en grupito mal de una compañerita promiscua, un amiguito me dijo "si vos fueras flaca también harías lo mismo".
Si, si fuera flaca me dijo. No si fuera linda, inteligente, boba...flaca.
A los catorce tuve un seudo noviecito, un goma con todas las de la ley, ya a esa edad: "Si no tranzamos, cortamos". Y cortamos.
A los dieciséis mientras mis amigas daban sus primeros pasos en lo amoroso, yo soñaba que de vieja, antes de morir, pedía como ultimo deseo; atentos... "hacer el amor".
Mas de grande, finalmente lo hice y medio que después se me desarmó, porque el muchacho en cuestión, muchacho que quiero infinitamente, me dijo "no queremos lo mismo".
Después vinieron otros pocos, pocos en cantidad y en relevancia.
"Se te va a hacer tarde" y me despachó like a sir.
"No quiero herir los sentimientos de nadie, vos sos una copada, pero yo estoy roto" Se dio cuenta que estaba roto cuando le convenía, claro... después de hacer lo que se desarma mas rápido que una torre de cartas.
Y yo me hice una miedosa del rechazo, porque no voy a gustarle a quien me gusta.
Porque no soy como desea, porque no quiero tranzar, porque para mi era temprano, porque no podía arreglarlo, porque no queremos lo mismo, aunque yo solo quiera que me quiera como lo quiero.
No me respondió mas y lo borré de todos lados porque es necesario conservar al menos la dignidad virtual. Mandé un mensajito primero, le respondí rápido y le dije que quería verlo. Mierda.
Esperé cuarenta y ocho horas pero igual nada, siguió roto.
Me embebí, nos embebimos y creí que quería lo que yo quería. Pero al volver a estar sobrios, no.
Igual lo quiero. Lo quiero a él y al rechazo lo detesto, porque siempre es un metiche que anda por donde no lo llaman y porque le resulto un buen envase para hibernar.
Prende las estufas y se recuesta bajo las frazadas, a veces lo dejo quedarse, porque tengo un alma caritativa y media bólida.
Pero veces, cada tanto, me mando bajo la lluvia a sacarlo de la cucha.